Que los días son eternos y la inspiración esperada no llega. Mi mente se ha quedado en Madrid y mi cuerpo está solo aquí. Soledad. Me quedan las palabras de los libros que devoro y mis distracciones pasan de ver copular insectos a cantar subida en rocas, bajo las que se extiende la inmensidad del campo. Millones y millones de kilómetros para mí. Solo yo.
Y ni aquí puedo pensar con sinceridad.
Si no me libero a solas con mis pensamientos, ¿cuándo lo haré?
una pregunta que yo también suelo hacerme
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